Ayer miraba el almanaque, y aunque a diario escribo la fecha, no fue hasta ayer que caí en cuenta que estamos a mediados del 2011. El tiempo si vuela!! Me parece que fue hace unos días que celebré mi fiesta de 15 años.
Pero no, ya han pasado casi cuatro años de aquel día. De aquella época en la cual siendo una niña me sentía mujer. Si me creía muy madura, y tal vez lo era, pero… ¿Qué me pasó?
Ya casi tengo 19 años y ahora es que me siento inmadura. Cuatro años atrás me quería comer el mundo, sabía lo que quería estudiar y estaba segura de lo que haría con mi vida. Ahora, ahora el mundo me come a mí!
Ni siquiera sé si quiero ser esa mujer que siempre imaginé. Las dudas se apoderan de mí y me asusta tomar hasta el más mínimo riesgo. A veces me pregunto ¿A dónde se fue aquella niña soñadora?
Ahora solo veo realidades. No, el mundo no era lo que yo creía. Y las personas no son tan buenas como me las imaginaba. ¿Será que esta realidad asustó a la ilusa que fui y en cambio dejó a esta sin sentido que está aquí?
No lo sé, tampoco me preocupa mucho saberlo. Sé que ella anda por ahí. Sí, la siento en las noches cuando antes de dormir intento arreglar el mundo. La siento cuando la más mínima muestra de amor dibuja una sonrisa en mi rostro. En estos momentos la siento. Sí, está junto a mí. Lo sé porque me inspira. Ella me llevó a escribir por primera vez, y hoy, después de haber “crecido” ella vuelve a mí.
Y no la quiero dejar ir. Quiero abrazarla y volverme ella una vez más. Tomar su ingenuidad, unirla a mi maldad y volverme la mujer que siempre quise. Segura de sí misma. Juguetona y romántica. Amante de la buena música y la poesía.
Beber sus sonrisas y junto a mi seriedad, armar una mujer fuerte, capaz de lograr lo que quiere, pero con la ternura suficiente como para llorar escuchando una canción.
Tomarla a ella, beberme a mí, y volverme yo
